No hace mucho tiempo que en un rodaje nos preguntábamos qué es lo que ocurre cuando en una imagen, tanto fotográfica como de cine-vídeo, se forman reflejos internos denominados técnicamente ”flares”. ( del inglés- Destello, llamarada).
(Ejemplo del destello interno de la óptica que se aprecia en la cabeza de la chica, en verde y azul, debido a un foco del exterior de la tienda)
Normalmente los encontraremos en forma de halo brillante o polígonos brillantes blancos o de color (al reflejarse sólo una determinada longitud de onda, ej. polígonos verdes o azules del frame).
Siempre que una luz puntual (cuanto más dura, más destacado será el reflejo) incida directamente en las lentes de la óptica de nuestra cámara provocará en mayor o menor medida un reflejo interno que debemos evitar siempre. A no ser que se busque el efecto pictórico o artístico especial y lo busquemos intencionadamente.
Un ejemplo muy utilizado a propósito de estos reflejos internos es la imagen del sol abrasador a mediodía en una zona muy calurosa donde la cámara recorre una panorámica y los reflejos se mueven a su vez dando impresión de rayos solares intensos que seguro que todos hemos visto alguna vez.
( Ejemplo de un flare con forma de pentágono azul.)
Los polígonos creados de menor a mayor tendrán más o menos lados según las láminas del diafragma de nuestro objetivo. Si la apertura del diafragma es la máxima, como un f1.7, los reflejos serán como gotas redondas. Si el diafragma está más cerrado, un f16 por ejemplo, los reflejos serán polígonos con los mismos lados que láminas de diafragma (normalmente pentágonos a partir de cinco lados). Por eso, una de las características a tener en cuenta a la hora de adquirir o trabajar con un objetivo es la del número de láminas que componen el diafragma. Cuantas más láminas son más caros pero definen mejor los reflejos y en consecuencia la imagen final.
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